Por Qué 5 Danes En Karate Original
El maestro Funakoshi concibió el sistema de cinco danes en concordancia con los
cinco niveles de conciencia que un individuo experimenta durante su trayectoria
por las religiones orientales, el budismo zen y el sintoísmo.
Es interesante apreciar cómo el sistema de grados está estrechamente relacionado con las religiones orientales.
Shodan (primer
dan) indica que se ha adquirido una base sólida en las técnicas básicas y en
los sentidos y percepciones físicas. En las religiones orientales, este nivel
se refiere al aprendizaje y control de los sentidos: vista, tacto, oído y
gusto.
Para obtener el rango de nidan (segundo dan), es
necesario comprender las combinaciones y cómo aplicarlas de manera estratégica.
En las religiones orientales, el segundo nivel representa el control de la
inteligencia y la capacidad estratégica y su aplicación a la vida. En otras
palabras, la forma de afrontar la vida.
Sandan (tercer dan) requiere la consolidación de una
mente fuerte y en calma junto con la presencia de relajación y control sobre el
cuerpo. La fuerza surge de la relajación y no de la contracción. En las
religiones orientales, el objetivo del tercer nivel es controlar y dominar una
mente en calma, reflexiva y meditativa. Es el control de nuestro
comportamiento. Yo controlo mi mente y mi cuerpo y no al contrario.
Yondan (cuarto dan) enfatiza la unidad de la mente y
el cuerpo relacionado con las técnicas. En las religiones orientales se hace
énfasis en las obras humanitarias, caridad y compasión. Así
como en la conexión mente-cuerpo.
Godan (quinto dan) hace hincapié en la ejecución
impecable de la técnica y el carácter moral. Implica canalizar la conciencia
espiritual a través de un carácter personal disciplinado. La espiritualidad y
la unidad con Dios son asimismo objetivos importantes en las religiones orientales.
Como se puede apreciar, el propósito del Karate, como
lo planteó el GM Funakoshi, no difiere del propósito de las grandes filosofías orientales, así como las
religiones en general, es decir, crear un nuevo hombre/mujer que trate de ser
mejor persona cada día. En última instancia, el desarrollo espiritual es el
objetivo último de toda persona de bien para contribuir a sus semejantes y
crear un mundo mejor.
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